Nacido en la localidad vecina de la Rinconada, Quiles comienza su vinculación con el mundo de las trabajaderas a la temprana edad de 15 años, compartiendo trabajos con su padre en las Cofradías de su pueblo natal.
Fue en el año 2003, cuando se produjo su “bautismo de costal” en las Cofradías de Penitencia de Sevilla, concretamente en el paso de palio de la Hermandad del Silencio.
En el año 2006, José Ramón Rodríguez Gautier ( capataz general de nuestra Hermandad de Montserrat por aquél entonces ), le dió la oportunidad de formar parte de nuestra cuadrilla, pero debido a la suspensión de la Estación de Penitencia de ese año debido a la lluvia, tuvo que esperar un año más para ofrecer su sudor y sacrificio al Stmo. Cristo de la Conversión bajo las trabajaderas de su majestuoso paso, a mis órdenes como capataz titular.
Nuestro amigo Fernando, aún con su juventud, ya que cuenta con tan solo 27 años, posee una dilatada experiencia en el mundo de las Hermandades y Cofradías debido a su implicación en sus menesteres durante todo el año. Es profesor de un prestigioso colegio sevillano, y le caracteriza su sentido de la responsabilidad y la seriedad con la afronta su trabajo como costalero.
A las puertas de una inminente Cuaresma, os dejo con las palabras de nuestro compañero que ha tenido a bien compartir con nosotros alguna de sus reflexiones y pensamientos.
José Vargas Spínola. Febrero del 2012 Cuando Pepe me sugirió que tenía la oportunidad de compartir con mis compañeros alguna idea, inquietud o cualquier tipo de información a través del blog, fue grande la alegría que me dió, pero al mismo tiempo también fue grande la incertidumbre. “¿Sobre qué escribo yo?”
Un servidor no es más que un humilde peón, como diría mi padre “un costalero”, sin nombre y apellido. Nombraré alguna vez a mi padre (costalero, de aquellos, poco amigo de los relevos) a lo largo de esta breve reflexión, pero es inevitable, pues ha sido, y sigue siendo un pilar importantísimo en mi formación en este bello y noble mundo del costal, mundo anónimo que se ve alterado cada vez más y más por ese afán de protagonismo (del que esta cuadrilla está lejano, gracias a Dios). Ojo!, nunca hay que confundir protagonismo con el fundamental reconocimiento “a la gente de abajo”.
Hay una frase de un sacerdote y pensador medieval que me gusta mucho, y que perfectamente podemos aplicar en este aspecto. Decía Bernardo de Chartres que “somos como enanos a los hombros de gigantes”. Por mucho que queramos añadir, por mucha superficialidad que encontremos, lo que verdaderamente es el oficio del costalero está inventado desde hace muchos años, aunque cada etapa aporte aires nuevos. Desde los faccini, pasando por los gallegos, la gente del muelle, los profesionales, las cuadrillas de hermanos costaleros y hasta nuestro días, lo esencial y las máximas han sido saber trabajar y saber sufrir, a la par del compañerismo y la devoción a nuestros titulares. Todo va de la mano. Por lo tanto somos enanos que hemos recibido de los hombros de aquellos gigantes esa valiosa herencia. No soy amigo de las frases lapidarias ni de sentencias, pero creo firmemente que quien se crea por encima de esta idea “está jugando” a otra cosa diferente.
En cuanto al compañerismo he de decir que es el don más valioso que tiene nuestra cuadrilla. Pepe, Pope y sus auxiliares, conocedores de esa herencia de la que hablaba anteriormente, se encargan de establecer una linea de igualdad, que la “gente de abajo” aprecia y valora, desde el costalero más veterano hasta el chaval que entra en la última “igualá”, y esto a su vez e irremediablemente se traduce en compañerismo. En relación a esto hay una frase de mi padre, que me ha gustado siempre cuando alguien ha hecho mención a los años que llevaba sacando Cofradías: “cuando un paso se deja en la Iglesia al entrar eres un año más veterano, pero en el primer ensayo del año siguiente eres igual de novato que el último que haya llegado”. Lo significativo de esta frase es que en un mundo donde el sacrificio, el compañerismo y el buen hacer del oficio es básico, el privilegio no tiene sitio. Aunque sean pocos los 12 años que, si Dios quiere, cumpliré bajo las trabajaderas la próxima Semana Santa, he de decir que me he visto en situaciones de este tipo en otras cuadrillas, pero si algo tiene grande la cuadrilla del Santísimo Cristo de la Conversión, es que además de reunir estos aspectos (solo hay que ver una “chicotá” para ver la forma de trabajar de nuestra gente), el clima y el ambiente no es otro que el de una gran familia, sin tensiones ni distinciones. Particularmente pienso que el único privilegio que tenemos es poder pasear a nuestro Cristo cada tarde de Viernes Santo.
Habrá quien discrepe de mi opinión, pero como comenté al principio, no es más que mi reflexión personal.
Desde aquí mando un abrazo a todos y cada uno de los componentes de nuestra cuadrilla, y recordad, cuando vengamos de vuelta por Castelar o Doña Guiomar, llevad en mente el compañerismo del que os hablo y a Ese con el que estaremos en el Paraiso.