jueves, 2 de junio de 2016

¡Yo soy costalero de la Conversión!

Hace prácticamente un mes, el cinco de mayo, mi querido amigo y compañero de martillo José Vargas Spínola, me mando el contacto del blog de Costaleros de la Conversión en el que se publicaba la carta de despedida de Manuel Carrasco.
La he leído con toda atención y detenimiento por lo que debo decir que es la carta de un HOMBRE CABAL.
Dice: ¡YO SOY COSTALERO DE LA CONVERSIÓN!. Casi “na”.
Y me llama Maestro, igualmente: Casi “na”.
Pues bien, querido hermano de costal y querido amigo Manolo, sobre que eres COSTALERO DE LA CONVERSIÓN, aquí públicamente doy fe de ello. Has relatado tus comienzos, que aunque hay diferencia de edad entre tú y yo, me recuerdan los míos.
Aquellos años en los que como bien dices, por no haber no había ni costaleros y que cada año se cambiaba casi por completo la cuadrilla y que a veces a la salida de la Catedral ya teníamos deserciones en las trabajaderas.
Pero eso sirvió para que, como en cualquier crisis que podamos vivir, quedaran los buenos y cabales.
Aquellos que entendieron lo que de verdad era ser Costalero.
Y esa fue la verdadera semilla de lo que hoy tenemos.
En el caso de nuestra Hermandad hubo que trabajar y luchar mucho para que hoy podamos decir con orgullo que tenemos una GRAN CUADRILLA ejemplo y espejo, como tu bien dices en tu carta, en el que todos puedan ver reflejado el trabajo, el sacrificio y el amor fraternal de los COSTALEROS DE NUESTRA CUADRILLA.
Esa cuadrilla de costaleros dejo de serlo para CONVERTIRSE en una gran familia de hermanos costaleros.
Y ahí, querido amigo Manolo, tuviste mucho que ver.
Te recuerdo desde el primer momento en que llegué para ser vuestro capataz. Esto que acabo de escribir no es algo recurrente, ya que siempre he tenido la facilidad de hacerme con las caras y sus nombres a la primera y más cuando de una cuadrilla se trata, ya que debes conocer desde el primer minuto a todos y de que pie cojean.
Pues desde el primer minuto de juego te consideré como uno de los pilares sobre los que había que construir esta magnífica cuadrilla y es evidente que ni a mí ni a ningún otro defraudaste.
Siempre estuviste en tu sitio y cumpliendo con tu trabajo, cosa que además de que tus hermanos de costal te lo agradezcan, yo también lo hago públicamente.
Y llegado a este punto, voy a comentar el otro “casi na”, el de Maestro. Que me consideres tu Maestro y que digas que he podido enseñarte algo, es para mí un orgullo, viniendo como viene de un magnífico costalero que ha estado a mis órdenes.
Pero hay algo claro y es que si no hay alumno no hay maestro, y debo decir que fuiste un alumno de “Sobresaliente cum laude”.
Llegado este momento solo puedo decirte que es para mí un honor haberte tenido a mis órdenes como costalero y que para la nueva etapa
que comienzas, no olvides que una buena cuadrilla se hace de la misma manera que unos padres educan a sus hijos, con disciplina y a la vez con dialogo, con autoridad pero aplicándola con cariño y siempre teniendo en cuenta que a todos los hijos se les quiere por igual y a todos hay que enseñarles el respeto con el que tienen que comportarse con los demás. Y recordarte en tus comienzos como Maestro del martillo, que siempre tendrás mi mano tendida para todo lo que necesites.
La despedida a modo taurino: “SUERTE, VISTA Y AL TORO”, que todo te vaya bien y un fuerte abrazo de tu hermano en el costal y amigo José Ramón Rodríguez Gautier.

domingo, 1 de mayo de 2016

Carta de despedida de Manuel Carrasco

Nuevamente, por petición de nuestro capataz, se me ha solicitado que os dedique unas palabras con motivo de mi retirada como costalero del Stmo. Cristo de la Conversión.
Duro momento en el que me veo después de tantos años, pero no serán líneas de despedida, más bien de recuerdos, añoranzas, agradecimiento, complicidad, satisfacción……
Corría el año 84, si , el siglo pasado, cuando un compañero del instituto me sugirió que me uniese a esta gran familia, eran momentos para las hermandades de gran dificultad para encontrar costaleros que portaran sus imágenes, acababa de empezar, como quien dice, “los hermanos costaleros”. En aquella época era bien fácil forma parte de una cuadrilla, no había listas de espera, por no haber no había ni costaleros para rellenar todos los palos, no era difícil llegar el mismo Viernes Santo y meterse debajo de nuestro titular.
Una vez dentro de la cuadrilla, la cual cada año era renovada, ya que pocos continuaban al año siguiente y otros tantos no esperaban ni siquiera a la siguiente cuaresma (después de catedral simplemente desaparecían), me fui forjando como costalero, porque es en esos momentos donde verdaderamente uno se siente costalero, cuando sufre, cuando tienes el apoyo del compañero, cuando estás haciendo realmente penitencia, cuando ya tus fuerzas no te acompañan pero sabes que llevas al rey de los cielos sobre tus hombros. Esos momentos me hicieron fuerte, valorar el trabajo, el esfuerzo, el compañerismo, el sacrificio…..
Fue en ahí cuando pude decir con honra “YO SOY COSTALERO”
Porque uno será siempre costalero aunque se retire, ese pellizco no te lo puede quitar nadie, y doy gracias a Dios por pertenecer a ese gran grupo que tiene la suerte de ser los pies del Señor y su bendita Madre en esta Mariana ciudad llamada Sevilla.
Han sido muchos años, 33, pero aunque aún me encuentro con fuerzas para seguir, pienso que es el momento de dejar paso a nuevas generaciones que puedan disfrutar lo mucho que yo he disfrutado, que puedan decir, “yo soy costalero del Conversión”. Aunque es difícil tomar esta decisión y no pienso que haya edad para retirarse, lo sensato es hacerlo cuando aún te encuentras con fuerza y disfrutando, y sobre todo recibiendo el cariño de todos. Lo vivido este último Viernes Santo es inenarrable e inolvidable, siempre quedará en mi retina.
No quiero olvidarme de ninguno de los que han estado junto a mí durante todos estos largos años, ellos saben quienes son, y para no ofender a nadie cuyo nombre pudiese olvidar , simplemente deciros GRACIAS , por compartir conmigo estos momentos, gracias por vuestro apoyo, gracias por vuestra amistad, gracias por vuestro compañerismo….
Señor, si tú, perdona que te tutee, pero como dicen algunos, tu, yo y Juan de Mesa compartimos mesa y mantel en nuestros comienzos. Gracias por acogerme y permitir ser tus pies durante casi toda una vida, bien sabes que no me voy, simplemente te acompañaré de otra forma, te miraré desde otra perspectiva, te rezaré desde otro rincón. Pero no temas, no te dejo solo, seguirás siendo protegido por la sangre de mi sangre, ahí te dejo a mi hermano (fiel compañero de trabajadera desde el principio) y como no, mi hijo (ahí te lo dejo, cuídamelo), ellos sabrán pasearte y mimarte como sólo tu mereces.
Gracias también a esos maestros del martillo que me han enseñado todo lo que se y han confiado en mí, Ramón Castro “el caña”, José R. Rguez. Gautier, José A. Pope y José Vargas. Gracias a todos, porque gracias a ustedes puedo decir con orgullo que hoy en día nuestra cuadrilla es ejemplo para el resto de hermandades de nuestra ciudad, espejo en el que todos se miran para imitar, en el cual me incluyo, porque nuestra cuadrilla más que una reunión de costaleros es una familia, un grupo humano y de amigos difícil de encontrar, y esto sí es ser una CUADRILLA, con mayúscula.
Ahora empieza una nueva faceta, como bien sabéis todos, con el mismo entusiasmo que cuando empecé con el costal, pero con la sabiduría de lo aprendido y trabajado, y sobre todo con humildad. Dejo de ser sus pies, para ser los ojos que los guían.
Que el Señor de la Conversión os proteja a todos y os dé fuerzas para seguir paseándolo como solo ustedes sabéis hacerlo.
Fdo.: Manuel Carrasco Ponce